COLUMNA: LA GENERACIÓN FLOJA PARTE I
- mfinsta
- 3 dic 2019
- 2 Min. de lectura
Deben existir unos 4.458.938 reportajes y estudios de que los famosos 'millenials' somos, básicamente, una lacra para la sociedad. Francamente, pensé que no me importaba, hasta que decidí fundar una empresa con mi actual socia: La Nati. Fue después de 'casarnos legalmente' que me enfrenté en reuniones o licitaciones a los que antes ejercían poder sobre mí como "jefes" o a un par de titanes más grandes (y antiguos) que yo, lo que me hizo comprobar que, efectivamente, emprender era el camino correcto.

A pesar de haber trabajado cinco años en una empresa ultra tradicional, eso nunca fue 'suficiente' para complacer a todo aquel personaje que, sin titubear, se ha atrevido a decirme: "Pero si lo único que quieren los de tu generación es viajar", "No tienen idea lo que es ganarse la vida", "Flojos de mierda, aprendan a sacarse la chucha" y bueh, tantas otras que me hierven la sangre solo de pensarlas. Pensaba que era por ser periodista, pero creo que no.
Volvamos al tema. Con mi socia veníamos de una escuela dura donde, si bien entrábamos a horas muy irracionales para sacar del horno unas ocho revistas mensuales, salíamos de la editorial solo cuando TODO estaba ultra aprobado y eso podía ser a cualquier hora. Madrugada incluída. Pero no caeré en el juego de 'el que más latigazos se da en la espalda le va mejor en la vida'. FUCK THAT SHIT. Yo nací para ser feliz con mi trabajo, no para contar las horas que quedan para salir de la pega.
Filo. Esa huevada de trabajar formalmente no bastó para complacer a nadie y, una vez que nació Voix, los dinosaurios empezaron con; "No saben trabajarle a nadie", "Hacen empresas porque quieren ser sus propios jefes" u otras mejores como: "Esa huevada es pura chacota... ¿Cuándo van a trabajar?".
En fin.
Si bien agradezco toda mi formación, jamás pensaría que un trabajo es digno de aplaudir solo porque implica a un 'x' estar ocho horas de corrido mirando una pantalla, calentando la silla, usando corbata o traje de dos piezas de tela con 38 grados en verano y lo peor: SOÑANDO CON LA HORA DE ALMUERZO O EL CIGARRITO CON EL CAFÉ PA' HACER HORA.
En nuestra oficina somos poquitos, pero todos los días nos preguntamos: "¿Qué onda, todo bien?". Obvio que suena la música ultra fuerte, obvio que cantamos, obvio que nos cagamos de la risa de los MEMES, obvio que hay más cargadores que en la misma tienda de Apple, obvio que agendamos todo por una app y bueno, que jamás –¡NUNCA!– usaríamos ropa formal pero, ADIVINEN... también trabajamos. Y TODO EL PUTO DÍA.

El tema es –y creo que aquí viene el porqué de tanto cuestionamiento prehistórico– que no siempre es desde la oficina, también es desde cafeterías, desde la casa si nos sentimos mal o desde cualquier parte del mundo.
Con La Nati repelemos la violencia y el bullying laboral, pensamos que 'si querí almorzar 3 horas, voh dale y haz tus trámites' o 'júntate con tu amigo que no veí hace muchos años'. Así vivimos, así nos movemos.
Cabros, entiéndanlo. Es súper simple: PENSAMOS DISTINTO, no es que NO TRABAJEMOS. Por la chucha.
¿FLOJA? MY ASS.
Nos vemos en una próxima columna.
MF.
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